» Se podría fortalecer una estrategia que corte la cadena de proveedores que sostienen al comercio ilegal de la calle. Hay que enfocarse especialmente en desmantelar las redes de suministro.»
Para quienes transitan por las calles del centro de Concepción, el comercio ilegal ha alcanzado un nivel tal que dificulta seriamente el desplazamiento normal de los peatones. En la intersección de las calles Freire con Aníbal Pinto, los vendedores ambulantes colocan a diario sus carros llenos de mercaderías de forma transversal, formando una verdadera muralla que bloquea el paso, detrás de la cual se protegen del actuar de las autoridades con verdadera impunidad.
En las calles se pueden encontrar dos clases de vendedores ambulantes. La primera lo conforman aquellas personas que venden ocasionalmente productos alimenticios, artesanías o plantas medicinales, que no tienen vinculación entre sí. La segunda está conformada por redes organizadas, que obtienen las mayores ganancias y son los responsables de los problemas para la ciudadanía. Estas redes reciben diversos tipos de mercaderías fabricadas a gran escala en el extranjero – incluidos artículos falsificados – que son almacenados en centros de distribución temporales hasta su traslado a las calles.
¿Existe alguna solución para este problema? La respuesta inmediata podría parecer negativa, ya que el comercio ilegal es un fenómeno complejo con implicaciones no solo económicas, sino también sociales, políticas e incluso delictivas en ciertos casos. Este tipo de actividad no surge únicamente como resultado de la falta de oportunidades; también se presenta como una vía lucrativa para ciertos grupos que buscan comercializar grandes volúmenes de mercaderías de forma rápida y sin pagar impuestos. Estas características lo convierten en un negocio altamente atractivo y rentable, lo que dificulta aún más su erradicación de forma efectiva.
Algunos creen que la solución pasa por una mejor coordinación con las fuerzas policiales y un aumento de los recursos destinados a la seguridad pública. Sin embargo, este enfoque alcanza efectos temporales y no resuelve el problema de fondo, ya que las autoridades tienden a centrarse mayormente en despejar las calles sin considerar las causas subyacentes que alimentan el comercio ilegal.
Otros sugieren recurrir a la arquitectura hostil, como barreras físicas para desalentar a los vendedores ambulantes de ocupar ciertos espacios públicos. Ambas medidas pueden ofrecer una solución visual a corto plazo, pero no logran resolver el problema de manera estructural. Por otra parte, a pesar de los continuos llamados a no comprar en el comercio ilegal, esta estrategia tampoco ha mostrado los resultados esperados. Muchas personas siguen prefiriendo comprar en las calles debido a los precios más bajos o la facilidad de acceso.
Se podría fortalecer una estrategia a nivel país que logre cortar o debilitar la cadena de proveedores que sostienen al comercio ilegal, porque su combate requiere de acciones que no solo actúen sobre los vendedores en las calles, sino que se enfoquen en desmantelar las redes de suministro que los abastecen. Estas estructuras clandestinas, que incluyen desde importadores hasta distribuidores, permiten que los productos ilegales lleguen a los puntos de venta informal. Para erradicarlas, es fundamental fortalecer los sistemas de inteligencia, mejorar la coordinación entre las policías, los municipios, la Fiscalía y el SII, con el fin de aplicar sanciones efectivas a quienes participan en estas malas prácticas. Además, el control de aduanas, la trazabilidad de productos y el monitoreo de transporte deben ser reforzados para cortar el flujo desde su ingreso al país.
Francisco Sepúlveda Laurence, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 22 de agosto 2025 |
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