Las cifras entregadas por el equipo de ICOVID Chile confirman que estamos perdiendo terreno en la batalla contra la pandemia.
En vísperas de navidad han circulado, por diversos medios, grabaciones de grandes cantidades de personas circulando en los centros comerciales del Gran Concepción, exponiéndose a contagio mutuo del Covid-19, por no mantener la distancia física mínima que recomiendan las autoridades de salud. Sin duda esta situación va en desmedro de una estrategia de control de la pandemia en nuestra región. Y las cifras entregadas por el equipo de ICOVID Chile confirman que estamos perdiendo terreno en la batalla contra la pandemia. Esta actitud de las personas que se exponen, muchas veces se indica como “falta de conciencia” y “falta de responsabilidad”. Uno puede concordar o no con esta visión, pero cabe preguntarse si este punto de vista es conducente a identificar medidas que puedan contribuir a reducir la exposición al contagio.
La teoría económica tiene una visión acotada del comportamiento humano. Sin embargo, contiene un elemento que ha mostrado ser muy potente para intentar explicarlo: el supuesto de racionalidad. Este asume que las personas actúan de acuerdo a lo que es más conveniente desde su interés propio, considerando las múltiples limitaciones que enfrentan en su vida diaria, y toda la información disponible. Si aplicamos este supuesto al comportamiento demostrado por las personas en el Gran Concepción al acercarse las fiestas de Navidad y año nuevo, ello conduciría a pensar que las personas se exponen al contagio (comportamiento), conociendo los riesgos (información), porque consideran que esta exposición conduce a una situación que es preferible para ellos a la alternativa de quedarse en casa (interés propio). Si efectivamente es así, esta intuición debería permitir diseñar medidas que disminuyan las probabilidades de contagio, en estas épocas.
Una medida implementada ha sido aumentar los horarios con toque de queda. Entiendo que lo que se pretende es reducir el flujo de personas durante esta extensión horaria y de esta manera disminuir la probabilidad de contagio. Pero esto ha llevado a que las horas disponibles para realizar sus compras navideñas se ha reducido, lo cual puede haber contribuido a las aglomeraciones observadas. Es decir, una medida que pretende reducir el riesgo de contagio puede llevar al resultado exactamente opuesto. Si las personas tienen tan alta valoración de las fiestas, que los induce a salir a comprar regalos e insumos para el hogar, a pesar del riesgo de contagio, ¿tiene sentido restringir los horarios en que van a hacerlo, colocando un toque de queda tan restrictivo como el que hoy impera en el Gran Concepción? ¿No sería más apropiado extender los horarios de forma que existan posibilidades de reducir la magnitud de las aglomeraciones que se producen en horarios restringidos? Por supuesto, esta idea es simplemente una hipótesis, pero que podría ser corroborada o desechada a través de un estudio de opinión sobre las personas en el Gran Concepción. Lo relevante es que busquemos medidas que sean efectivamente útiles para combatir la pandemia.
Dr. Jorge Dresdner C.
Facultad Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad de Concepción
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