«El desafío está en cuestionar el modelo de negocios, anticiparse al mercado y tener la flexibilidad para innovar y reinventarse, sin perder de vista su esencia. Es clave para evitar las crisis.»
En el entorno actual, caracterizado por el auge de la inteligencia artificial, la globalización y la evolución de los hábitos de consumo, comprender la diferencia entre el negocio propiamente tal y el modelo de negocios es fundamental para la sostenibilidad de las empresas.
El negocio hace referencia al fundamento que sustenta el propósito de una empresa, es decir, aquello que ofrece al mercado y que responde a una necesidad en particular. El modelo de negocios, por su parte, es la forma específica en que la empresa entrega un valor agregado a sus clientes, la cual está determinada por su estrategia, estructura de costos, canales de distribución y la calidad de sus productos, entre otros. Este modelo debe adaptarse a las tendencias de mercado y a las nuevas formas de consumo para seguir siendo efectivo, de lo contrario, la empresa puede verse enfrentada a una pérdida de su posición competitiva que la puede llevar a la quiebra.
Un ejemplo es Nokia. Durante años, fue un líder indiscutido de la telefonía móvil, con un modelo basado en hardware robusto y ventas masivas. Sin embargo, el salto hacia los smartphones impulsado por Apple y Google cambió radicalmente el mercado. Nokia no entendió que, aunque el negocio de la telefonía seguía creciendo con fuerza, su modelo debía amoldarse. No lo hizo. La consecuencia fue su declive hasta convertirse en un recuerdo nostálgico entre sus anteriores clientes, del mismo modo que le sucedió a BlackBerry tiempo después.
Otro caso es el de Kodak, cuyo negocio principal, la fotografía, no ha dejado de ser atractivo, sino que se convirtió hacia lo digital. Resulta irónico que Kodak inventara la primera cámara digital en 1975, pero no transformó su modelo, que dependía mayoritariamente de la venta de rollos fotográficos. Mientras tanto, competidores como Canon o Sony adoptaron rápidamente esta nueva tecnología. Otro ejemplo es Blockbuster, cuyo negocio era el entretenimiento hogareño basado en alquiler físico de películas. El mercado seguía siendo rentable, pero su modelo no se adaptó al streaming. Netflix entendió la importancia de la distribución digital de entretenimiento bajo suscripción. Blockbuster, aferrado a su esquema tradicional, terminó desapareciendo.
En Chile, algunas empresas del retail han sabido adaptarse, mientras que otras han sufrido por su lentitud frente a los cambios. Falabella, por ejemplo, comprendió que, aunque el retail físico sigue vigente, el modelo debía evolucionar hacia lo omnicanal. En contraste, cadenas como La Polar enfrentaron dificultades no solo por problemas de reputación, sino también por tardar en modernizarse. Mientras competidores como Cencosud o MercadoLibre apostaban por canales digitales, programas de fidelización agresivos y una experiencia personalizada, La Polar permanecía en el formato tradicional de tienda física y promociones masivas, perdiendo presencia frente a sus rivales.
La lección para las empresas es clara, aferrarse al modelo puede ser un error fatal, incluso cuando el negocio siga siendo conveniente. El desafío está en cuestionarlo, anticiparse al mercado y tener la flexibilidad para innovar y reinventarse sin perder de vista su esencia. Comprender esta diferencia no solo es clave para evitar las crisis, sino también para detectar oportunidades que permitan a las empresas liderar en lugar de reaccionar demasiado tarde.
Francisco Sepúlveda Laurence, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 17 de octubre 2025 |
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