¿Superestrella o superviviente? | FACEA UDEC

«La clave radica en tomar decisiones bien fundamentadas. Sin duda el talento aumenta la probabilidad de éxito, pero también hay imponderables que pueden desbaratar las empresas mejor planeadas.»

¿Quién no ha escuchado frases como «sí se puede» o «sigue tu sueño»? Nos llegan de todos lados, como una marea de positividad que nos alienta a perseguir nuestra pasión sin desfallecer, sabedores de que nuestro esfuerzo será indefectiblemente recompensado con el éxito. Después de todo, allí están los deportistas de élite, las superestrellas de la música y los influencers virales que nos lo demuestran cada día, ¿verdad?

Esos casos existen, claro, pero quizás no es la historia completa, y nuestra percepción es resultado del llamado «sesgo de supervivencia»: Corría la Segunda Guerra Mundial y la Fuerza Aérea de EE.UU. tabulaba los impactos recibidos por sus aviones, concluyendo lo esperable: debían reforzarse las zonas con más disparos. Un agudo ingeniero notó, empero, que los datos provenían de los aviones que habían retornado a la base (los «sobrevivientes») más no de los derribados. Es más, a la luz de ello, la conclusión era la opuesta a la inicial: debían reforzar las áreas con menos disparos en los aviones sobrevivientes, pues las naves derribadas probablemente habían sido alcanzadas en esas mismas zonas.

De manera similar, en el mundo de los sueños y la superación personal, podríamos estar viendo solo un lado de la moneda, enfocándonos en quienes «sobrevivieron» el duro proceso de llegar a la cumbre mientras ignoramos a los miles que también pusieron todo de sí y aun así no lo lograron. Y es que, claro, es mucho más «noticiable» contar cómo el pequeño David se sobrepuso a «Goliats» cada vez mayores y alcanzó la gloria, que presentar aburridas -aunque más certeras- estadísticas.

Pero justamente la falta de estas últimas hace que estas encomiables historias de superación parezcan la norma y se sobreestimen las posibilidades de éxito, especialmente entre los jóvenes que buscan enceguecidos convertirse en la próxima superestrella del deporte o la música. Y es que, más permeables a estos «cantos de sirena», los jóvenes pueden terminar dedicando tiempo y recursos a quimeras que luego, al reconocerlas imposibles, les hagan sentirse estafados y deseosos de compensación (aunque la sociedad no los obligara a tomar dicha decisión!).

¿Estoy abogando entonces por renunciar a nuestras aspiraciones y conformarnos con una vida gris? ¡Por supuesto que no! Pero todo tiene que hacerse con cabeza: si por cada «unicornio» que triunfa hay miles de startups que no llegan a despegar, ¿estoy dispuesto a asumir el riesgo? Si es así, ¡pues adelante! Pero luego no puedo decir «yo no sabía, ahora la sociedad debe ayudarme», y ser una carga para los demás.

La clave radica en tomar decisiones bien fundamentadas. Sin duda el talento aumenta la probabilidad de éxito (al fin y al cabo, Messi sólo hay uno!), pero también hay imponderables que pueden desbaratar las empresas mejor planeadas (hasta los «canteranos» más talentosos y esforzados pueden sufrir una lesión que trunque su incipiente carrera). Por eso es esencial encontrar un equilibrio entre la pasión que nos impulsa a dar lo mejor de nosotros y la precaución que nos lleva a tener un plan B. La educación desempeña un papel crucial en este proceso, proporcionando a las futuras generaciones las bases necesarias para tomar decisiones informadas y asumir las consecuencias de sus elecciones con responsabilidad.

Dr. Miguel Sanchez Villalba, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 29 de septiembre de 2023