Ajustes necesarios en la economía y sus implicancias | FACEA UDEC

«Lo lamentable es que mientras más demoremos el control de la inflación, mayor es el impacto negativo que sufren los salarios reales de los trabajadores, y la pérdida del poder adquisitivo.»

El reciente dato de 0,4% en el Imacec de enero entregado por el Banco Central, ha generado interpretaciones diversas por parte de los agentes económicos. Mientras el ministro de Hacienda saca cuentas alegres, desprendiéndose de sus palabras que dichos indicadores son el «reflejo de una menor incertidumbre en la economía chilena y que su mejoría responde a una gestión mayoritariamente local, que nos pone en curso de una estabilización y un crecimiento que se verá en próximos meses.». Por cierto, sus palabras son rebosantes de optimismo, y consecuentes con la necesidad que tiene como autoridad, de infundir confianza y credibilidad, a pesar de las expectativas de algunas autoridades de gobierno y organismos internacionales, como el FMI, que dan cuenta que Chile terminaría 2023 con un PIB negativo de 1,0%

Pero, también el Banco Central sigue preocupado del comportamiento de la inflación, a pesar del reciente dato variación mensual de febrero que alcanzó -0,1% y para los 12 últimos meses un 11,9%, debido a la presión de sobrecarga que viene ejerciendo este fenómeno sobre el costo de vida de los chilenos, sumado al retroceso de los salarios reales desde hace 16 meses consecutivos, o dicho de otro modo, los sueldos en Chile anotan 16 meses a la baja a causa de la inflación, según lo señalado recientemente por el INE.

Ante tal escenario, la autoridad monetaria ya ha anunciado que mantendrá la tasa de política monetaria (TPM), hasta que la economía logre generar las condiciones necesarias para que la inflación baje a los niveles de la meta 3,0% en un horizonte de dos años, porque aún se mantienen algunas presiones que genera el gasto interno, debido al exceso de liquidez, provocada por los retiros de los fondos de pensiones y las transferencias fiscales. Lo lamentable es que mientras más demoremos el control de la inflación, mayor es el impacto negativo que sufren los salarios reales de los trabajadores, y la pérdida del poder adquisitivo. Esto genera presiones sociales que pueden llevar a que algunos parlamentarios ,haciéndose eco de estas demandas, propicien medidas populistas como un sexto retiro, usándolo como herramienta para presionar al gobierno para la entrega de nuevas transferencias, que, de materializarse, no solo produciría un mayor gasto fiscal y posible déficit, sino que generaría fuertes presiones inflacionarias en un momento en que la capacidad productiva de la economía se encuentra resentida.

Por otra parte, el reciente rechazo a la idea de legislar la reforma tributaria en la Cámara de Diputados, hace más complejo el escenario por la mayor incertidumbre que generará, lo que llevará a las autoridades a cambiar su estrategia para la recaudación de fondos y los ajustes que la economía necesita, asociados a las reformas que hoy se discuten en pensiones, salud, educación. Estas reformas requieren de recursos permanentes en su financiamiento, para satisfacer necesidades para el mediano y largo plazo. Mas allá de mea culpas y de las pasadas de cuentas políticas por el rechazo a la reforma, la nueva estrategia debe tener en cuenta la importancia que debe jugar el crecimiento económico y la creación de incentivos claros para la inversión nacional y extranjera, bajo un marco regulatorio transparente que vele por los intereses del país, para sustentar la senda del crecimiento y desarrollo. Pero, tanto gobierno como la clase política transversalmente deben actuar sin soberbia ni arrogancia, ni populismos desmedidos, pero con generosidad, poniendo los intereses de nuestro país por sobre los intereses personales.

Víctor Hernández Roldán, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 10 de marzo 2023