Colaboradores en el trabajo | FACEA UDEC

«Si por diferentes motivos la proporción de líderes de equipo que desean dejar sus trabajos aumenta, lo mejor es que dejen sus responsabilidades a otros y piensen un poco en su futuro.»

En la práctica del ámbito laboral es reconocido que un equipo de trabajo floreciente es también más productivo, eficaz y con la posibilidad de mantenerse en desarrollo por más tiempo, gracias a su equilibrio dinámico que lo impulsa a avanzar. Demás está recordar que el alcance de un equilibrio estático engendra el peligro de la extinción del todo al no existir el «espacio» y las ganas de ir más allá. Sin embargo, no es muy fácil lograr el grado de perfección deseada para el equipo por cuanto los parámetros a considerar son numerosos y no todos controlables.

En las labores cotidianas, aun cuando la tolerancia y la diversidad sean las deseables, es posible encontrar algunas categorías de colaboradores a los que es mejor monitorear, ya que sea que se juegue el rol supervisor o de colega, para garantizar tanto el bienestar del grupo como la salud mental de cada miembro que lo compone.

Está la persona que suele asumir el comportamiento y forma de una nube tóxica, realizando observaciones negativas y con comentarios pasivos/agresivos, muchas veces con sarcasmos o asumiendo el papel de abogado del diablo o del sabelotodo. Dicha nube puede extenderse sobre el equipo, sobre todo cuando sus colegas tienden a dejarlo expresarse libremente, sin desafiarlo nunca, para no crear conflictos… y eso es muy grave, cuando el personaje en cuestión es más ni menos que el encargado del equipo. Ahí, la energía negativa alcanza a todas las relaciones y proyectos por realizar. En todo caso, sus intervenciones pueden ser útiles cuando se ha llegado a una posición de statu quo.

Hacer el ejercicio de búsqueda en Google respecto del término «burn-out» (estado de agotamiento físico, estar «quemado») nos arroja una impresionante y millonaria cantidad de resultados. Se señala que el crecimiento del fenómeno es, en gran parte, una consecuencia de la pandemia y de prácticas laborales que se vieron sobrepasadas en el período. Aun cuando muchos no tienen conciencia de sus efectos, o tratan de disimularlos, trabajan mucho y rápidamente, lo que no necesariamente significa que lo hagan bien. Están en un estado potencial de explosión, que puede ocurrir en cualquier momento. Su caso tiene incluso todas las posibilidades de empeorar si lo presentan personas que, producto de ello, exigen a sus colaboradores nunca desconectarse del todo, ni por la noche ni los fines de semana.

Para hacerse notar, tienen tendencia a estar siempre de acuerdo contigo. Positivos. Encuentran excelentes todas las ideas y aprueban todo lo que tú dices o haces. En todo caso, no son tan dañinos como los anteriores, pero en el ámbito profesional, este falso positivismo no ayudará a nadie a realizar un buen trabajo por cuanto la negación de toda contradicción dificulta el debate o cuestionamiento provocando, muchas veces, la carencia de visiones más integrativas de algún asunto. Extremo sería el caso en que estas personas encuentren también perfecto lo que hacen otros que están trabajando contigo y ello dificulte encontrar solución a un determinado problema.

Entre los dirigentes y jefes de equipo la pandemia y otros factores del entorno han causado algún tipo de daño. No son pocos los directivos que han querido dejar su puesto para respirar aire nuevo en otro lugar. Una vez que este deseo de marcharse está instalado en la cabeza, es muy difícil de frenar, aunque sea por sólo cuarenta horas a la semana. Eso no es bueno para nadie ya que el «ausente» ya partió.

Carlos Baquedano Venegas, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 16 de septiembre 2022