«Es importante tener claridad sobre este efecto inflacionario cuando en el Congreso Nacional se han comenzado a discutir formas de autopréstamos a los fondos de pensiones.»
Los chilenos se habían olvidado de lo que significa tener alta inflación. Sin embargo, este país tiene una larga historia inflacionaria que se remonta a la década del 1870.
Después de muchos años, y a raíz de la conciencia sobre los efectos indeseados que tenía la inflación, se convino la importancia de establecer un marco institucional que le otorgara mayor estabilidad a los precios. La inflación persistente erosiona el poder de compra del dinero y no todos los sectores económicos pueden protegerse de igual forma de las alzas de precios, generando cambios en la distribución del ingreso y la riqueza, siendo normalmente los sectores de más bajos ingresos los más desfavorecidos.
También distorsiona la inversión, porque la incertidumbre y la variabilidad de precios hace más difícil proyectar la rentabilidad real de los proyectos, lo cual tiene un impacto negativo sobre los volúmenes de inversión y crecimiento de la economía.
En la base de los procesos inflacionarios existe un desajuste entre la capacidad de compra de la población y la disponibilidad de bienes y servicios, que se conoce como exceso de demanda agregada. Antiguamente esto típicamente se producía porque el gobierno quería gastar más allá del valor de los bienes y servicios que la economía generaba. El mayor gasto se pretendía realizar a través de la emisión de más dinero, que el gobierno pedía prestado al Banco Central. Pero este era dinero sin capacidad de compra real, porque al no existir una capacidad de producir más bienes y servicios equivalentes a la mayor demanda, se incrementaban los precios y eso hacía que el valor del dinero se depreciara y las mayores cantidades de dinero en circulación sólo servían para elevar los precios de los bienes y servicios existentes.
Para resolver esta relación endémica de déficits fiscales financiados con emisión monetaria que generaba inflación, se diseñó un Banco Central autónomo, que no tuviera que responder a requerimientos de financiamiento del gobierno de turno y tuviera metas claras de control inflacionario. Esto generó una disciplina general en la economía que permitió reducir la inflación.
Hoy día, la existencia de un Banco Central autónomo impide que el gobierno de turno financie su presupuesto con emisión de dinero. Pero ello no significa que no se pueda producir inflación por otras razones. Cuando los agentes económicos acceden a financiamiento que puede provenir de endeudamiento externo o reducción en sus ahorros, como sucedió con los retiros de las AFPs durante la pandemia, se produce exactamente el mismo proceso recién descrito. Un exceso de gasto en la economía que no puede ser respondido por una mayor disponibilidad de bienes y servicios. Entonces el efecto inflacionario es el mismo, independientemente que ahora la fuente sea de otro origen.
Es importante tener claridad sobre este efecto cuando en el Congreso se ha comenzado a discutir formas de autopréstamos a los fondos de pensiones. Si bien la motivación de esta iniciativa de apoyar a sectores afectados por el incremento en los precios de bienes y servicios de primera necesidad es loable, el instrumento elegido para ello puede entregar más combustible al actual proceso inflacionario. Un apoyo directo y acotado del gobierno a los sectores más necesitados parece ser una alternativa más apropiada.
Dr. Jorge Dresdner C, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 30 de diciembre de 2022 |
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