La cuenta dejó una cantidad de anuncios intrascendentes mezclados con otros que parecieran ser de un panfleto electoral, pero no se consiguió conocer el «estado administrativo y político de la Nación».
Nuestra Constitución establece que el Presidente debe rendir una Cuenta Pública que, con el transcurrir del tiempo, ha devenido en una de las instancias estelares de los gobiernos de turno para aprovechar de captar el interés de la opinión pública; comunicando los avances de los anuncios que han hecho y fijando nuevas prioridades.
Este año, los ciudadanos esperaban cuenta sobre sus demandas, principalmente orientadas a seguridad y economía, y los políticos tenían interés por conocer si el gobierno presentaría alguna iniciativa para modificar el sistema político, al cual acertadamente se le responsabiliza de la atomización del poder legislativo, pero que ellos mismos «diseñaron» hace diez años, con el patrocinio de la Presidente Bachelet y la celebración de su ministro Peñailillo.
Y nuestro gobierno, que pocas veces nos sorprende para bien, se mantuvo dentro de su patrón de comportamiento habitual, es decir, los anuncios y análisis no se ajustaron a lo que cabía esperar.
En cuanto a seguridad, se oficializa la creación de un nuevo ministerio: el Ministerio de Seguridad, el que casi por un poder mágico otorgado por un hechicero, viene a resolver automáticamente todos los gravísimos problemas que nos aquejan. Sin ser auto flagelante, resulta sano plantearse algunas preguntas al respecto: ¿El Ministerio del Interior hará algo adicional, distinto o extra, ya que ahora sus principales actividades y responsabilidades serán desarrollada por un «tercero» o la idea es mantener la burocracia? ¿Este Ministerio reemplazará a otro vigente o, derechamente viene a sumarse a nuestro triste récord de dos docenas de ministerios? Sólo como referencia, EE.UU. y Alemania poseen 15 ministerios, Finlandia 11, y Argentina 9. Ustedes pueden suponer cuáles son los pocos países que nos superan al respecto. ¿Se medirá su éxito o fracaso por un indicador de gestión tan bizarro (para estos efectos), como el porcentaje de ejecución del presupuesto? ¿Cuántas personas serán parte de esta nueva repartición? Cabría suponer que no pocas, dado el «entusiasmo» que demuestra el sector público en incorporar nuevos colaboradores.
Pero sigamos, en relación al tan anhelado crecimiento, más allá de compartirnos la incombustible receta consistente en anunciar mayores inversiones en infraestructura pública , así como; por ejemplo, inyectar más recursos a las actividades propias del fomento productivo; en esta cuenta pública el gobierno anuncia, con bombos y platillos, que presentará un proyecto de ley para implementar la negociación colectiva ramal, reflejo de un diálogo bipartito previo en el cual participaron ellos mismos y la CUT, dejando de lado la opinión de los empresarios, quiénes juegan un rol clave en pro de retomar la senda del tan mentado y casi manoseado concepto de crecimiento.
En consonancia con este par de anuncios usados como ejemplos para ilustrar el alcance de la cuenta pública, pareciera ser oportuno recordar esa enigmática y célebre frase expresada por nuestro Presidente: «más Narbona, menos Craig» la cual refleja perfectamente lo que nos dejó la cuenta pública: una cantidad de anuncios intrascendentes mezclados con otros que parecieran ser el contenido propio de un panfleto electoral. Es nuestra opinión, no se consiguió conocer el «estado administrativo y político de la Nación», cual es su objeto principal y mandato constitucional para realizarla.
Sergio Escobar Miranda, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 07 de junio 2024 |
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