Identidad nacional | FACEA UDEC

«Chile necesita asumir su pasado para avanzar a pesar de las difivultades y diferencias. Porque una sociedad que vive culpando a los demás difícilmente podrá emprender.»

Septiembre es un mes especial. Junto con la llegada de la primavera celebramos nuestro primer acto de independencia en 1810 y conmemoramos el golpe de Estado de 1973. Se nos confunden emociones respecto de lo que somos como sociedad y se nos confunde lo que tenemos en común con lo que nos separa.

En este contexto, hace algunos días la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley para obligar a los colegios a que se cante, al menos una vez al mes, el himno nacional mientras se iza la bandera de Chile.

Aunque es algo triste que este tipo de gestos deba legislarse, la iniciativa nos recuerda lo importante que es tener una identidad común. Vivimos todos bajo el mismo cielo azulado, gozamos de los campos de flores bordados, las blancas montañas y el mar que tranquilo nos baña. Lamentablemente, si no aprendemos a compartirlo, es difícil que alcancemos el futuro esplendor prometido.

Porque la identidad nacional no debería quedarse en cantar el himno e izar banderas. Necesitamos entender que nuestro país es una comunidad. Que, al decidir votar a favor o en contra de un plebiscito o al elegir autoridades que decidan en nuestro nombre, pensemos más en lo «nuestro» que en lo exclusivamente «mío». Que cumplir las leyes venga del compromiso que tenemos con la comunidad representada por la bandera y quienes habitan junto a nosotros más que con la probable pena que nos espere. Que pagar impuestos sea un acto de solidaridad más que una especie de castigo que debemos evitar a toda costa.

Recién cuando actuemos pensando en lo colectivo, y nuestras autoridades representen exactamente eso cuando tomen decisiones; cuando efectivamente pensemos en todos los que vivimos hoy en este territorio y en los que vivirán aquí después, recién ahí izar la bandera será un acto significativo del cual sentirnos orgullosos.

Lamentablemente, ni siquiera hemos sido capaces de concordar en cuestiones básicas. Porque nuestros valientes soldados hicieron cosas que no queremos cantar y siguen llevándose la verdad a la tumba. En tanto, las víctimas insisten en confundir la Justicia con la Venganza y, en lugar de escuchar sin prejuicios lo que aquellos tienen que decir, insisten en culparlo y pedir las penas del infierno. Entonces, en lugar de buscar mínimos comunes para poder avanzar, insistimos en exigir disculpas que, aunque llegan desde una mayoría de quienes estuvieron allí, seguimos enfocados en esos pocos que se niegan a avanzar.

Chile necesita asumir su pasado para avanzar en lugar de retroceder. Chile necesita entender que es posible avanzar a pesar de las dificultades y diferencias. Porque una sociedad que vive culpando a los demás difícilmente podrá emprender. Una sociedad que no se hace cargo de sus autoridades difícilmente podrá compartir una visión de futuro. Una sociedad que espera que los demás tomen las decisiones sin comprometerse caminará errática.

Por eso, necesitamos el compromiso de todos para avanzar. El trabajo del obrero y las ideas de los ingenieros. El desvelo de los trabajadores de la salud y el cariño de los profesores. La rectitud de los juristas y la inspiración de los artistas. Todos somos necesarios, pero todos debemos coincidir en que queremos que nuestra copia feliz del edén sea realmente un refugio de libertad contra la opresión.

Dr. Claudio Parés Bengoechea, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, viernes 22 de septiembre 2023