«La política fiscal debe ser contracíclica, expandiéndose en los momentos que la economía se encuentra «deprimida» y contrayéndose en los momentos que la economía se encuentra «recalentada».»
John Maynard Keynes fue uno de los economistas que propugnó usar una política de gasto público activa como un medio para sacar a las economías occidentales de la gran recesión que vivieron en los años 30.
Desde esa época hasta hoy se ha realizado una larga discusión sobre el uso de políticas macroeconómicas para manejar el ciclo económico. Un gran resultado que subsiste es que, en períodos con demanda agregada deprimida, se requiere una política económica fiscal activa que ayude a sacar a la economía de su estancamiento productivo, de acuerdo con lo planteado originalmente por Keynes. Ésta es precisamente la situación en que se encuentra actualmente la economía chilena.
De acuerdo con el último informe de coyuntura económica nacional del Banco Central de Chile, el producto interno bruto durante el 2023 tendrá una variación anual de entre -0,5% y 0,0%. En el caso del consumo privado, la proyección es que disminuirá en 4,9%. La inversión de capital fijo se contraerá este año y el próximo, y la tasa de desocupación tenderá a aumentar. Todas estas son señales claras que la economía chilena se encuentra «deprimida». Y esto tiene consecuencias sobre el diario vivir de muchas personas que no encuentran trabajo y/o que ven su capacidad de generar ingresos reducida, con las consecuencias negativas para sus posibilidades de adquirir bienes y servicios.
La razón básica por la cual en situaciones como ésta se deben desarrollar políticas fiscales expansivas es porque el sector privado muestra un bajo dinamismo y su capacidad para impulsar a la economía en su conjunto, en forma autónoma, se encuentra restringida por diversas razones. El corolario es que, si se espera que funcionen los mecanismos voluntarios de recuperación económica, estos pueden ser insuficientes y tomar mucho tiempo para revertir la situación.
Ahora, cuando en el Congreso se discute la Ley de Presupuesto de la Nación para el año 2024, se deben establecer los espacios para desarrollar una política fiscal expansiva. Un presupuesto que crece en 3,5% con una economía que crece entre 1,5% y 2,0% es claramente un presupuesto expansivo, que significará un impulso a la economía, y que se tendrá que financiar temporalmente con mayor endeudamiento del Estado.
Hay algunas voces que declaran que preferirían un presupuesto más equilibrado para evitar este mayor endeudamiento. Seguir esta recomendación significaría que el impulso fiscal que daría el sector público a la economía el próximo año sería menor y que la recuperación económica sería más lenta e incierta. Cabe recordar que el principal objetivo macroeconómico de las finanzas fiscales es estabilizar la economía y no tener cuentas financieras equilibradas.
Por supuesto que es importante mantener la solvencia financiera pública en el mediano y largo plazo, pero no a costa de comprometer la recuperación económica y con ello el bienestar de muchas familias.
La política fiscal debe ser contracíclica, expandiéndose en los momentos que la economía se encuentra «deprimida» y contrayéndose en los momentos que la economía se encuentra «recalentada». Ésta es la lección que nos dejó Keynes hace muchos años. Esperemos que los parlamentarios no la olviden.
Dr. Jorge Dresdner C. Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 13 de octubre de 2023 |
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