» La volatilidad cambiaria en Chile es un desaliento hacia los negocios internacionales, la inversión y el crecimiento económico de un país, tal como lo indica la evidencia empírica.»
Los distintos sectores de la economía han manifestado su justificada preocupación por las fuertes fluctuaciones del tipo de cambio nominal en Chile. Desde septiembre de 1999 nuestro país ha seguido un régimen cambiario de flotación libre, donde en forma operativa, el tipo de cambio es determinado por las condiciones de oferta y demanda imperante en el mercado cambiario, y donde el Banco Central de Chile por regla general no interviene en forma sistemática en la determinación de este precio a menos que sea imperativo hacerlo, algo que ha hecho en diversas oportunidades.
Los datos muestran que mientras el precio del dólar en febrero de este año llegó a cotizarse en el mercado cambiario a $782 por dólar después de alcanzar un peak de $1.051 en julio del 2022, nuevamente tuvimos hacia fines del mes pasado jornadas de alzas sistemáticas, temiendo que se repitiera lo ocurrido el año pasado y nuevamente superáramos la barrera de los $1.000. Eel dólar durante la segunda semana de octubre cerró en su máximo observado de $948, después del cual inició nuevamente una trayectoria a la baja, llegando esta semana a cotizarse en el mercado en $890, o sea, 58 pesos menos. En términos porcentuales, esto significa una depreciación de nuestra moneda en más de un 21% desde febrero hasta su peak de fines de octubre y una apreciación de sobre el 16% en los últimos días. Esto es, sin duda, volatilidad cambiaria, fenómeno que se puede observar a lo largo del tiempo si extendemos el periodo de análisis.
La volatilidad cambiaria es un desaliento hacia los negocios internacionales, la inversión y el crecimiento económico de un país tal como lo indica la evidencia empírica. Aquellos empresarios cuyo mercado es internacional ven como sus márgenes de utilidad tienden a fluctuar y el manejo de su liquidez o de caja se hace más complejo generando una mayor incertidumbre y riesgo en los retornos futuros del negocio. Este efecto adverso debería ser aún más pernicioso para aquellas empresas pequeñas y medianas con menores márgenes y capacidad de adaptarse en el corto plazo.
A pesar de que los distintos estudios demuestran que la flexibilidad de un tipo de cambio libre facilita el ajuste de la economía frente a shocks adversos como términos de intercambio reduciendo las fuertes fluctuaciones del producto y el empleo, es claro que una flotación cambiaria implica una mayor volatilidad de corto plazo. No debería sorprender las peticiones de los sectores afectados que Banco Central intervenga en forma más sistemática. Sin embargo, más allá de las ventajas y desventajas de un régimen cambiario, los sectores afectados por las fluctuaciones del tipo de cambio necesitan cubrir el riesgo cambiario. La experiencia internacional de aquellas economías que adoptaron un régimen cambiario libre muestra una menor volatilidad cambiaria aparejada con la disponibilidad de coberturas del riesgo cambiario.
La profundización del mercado cambiario «forward» y los mercados de futuros en un régimen de cambio libre donde su rol es internalizar riesgos de futuras fluctuaciones del precio del dólar es una necesidad imperiosa para reducir la volatilidad del tipo de cambio. La profundización y desarrollo de este tipo de instrumentos de cobertura, así como su masificación es una necesidad imperiosa para cubrirse de las fuertes fluctuaciones del tipo de cambio en una economía más globalizada.
Dr. Iván E. Araya Gómez, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, Viernes 03 de noviembre de 2023 |
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