Ley Karin y códigos no verbales | FACEA UDEC

«La influencia del lenguaje no verbal en la comunicación y el comportamiento en el lugar de trabajo puede ser determinante en la prevención y manejo de los casos de acoso y violencia.»

La Ley Karin, principalmente enfocada en prevenir, eliminar y penalizar el acoso laboral, sexual y la violencia en el ámbito empresarial, vendría a marcar un hito en la protección de los derechos laborales y la creación de entornos de trabajo seguros y respetuosos. Sin embargo, mientras la ley establece directrices claras para el comportamiento, el trato y las sanciones que correspondan, el lenguaje no verbal y sus códigos puede desempeñar un papel crucial, a menudo subestimado, en el cumplimiento de estas normativas.

El lenguaje no verbal incluye todas las formas de comunicación que no se expresan a través de palabras, tales como gestos, expresiones faciales, posturas, y el uso del espacio personal. En el medio laboral, este tipo de comunicación puede ser tan poderoso, o incluso más, que el mismo lenguaje verbal. Las señales no verbales pueden transmitir actitudes y emociones que las palabras a veces no logran expresar con la misma claridad.

Se presentan varios desafíos que el uso del lenguaje no verbal debe asumir para evitar contravenir lo estipulado en la ley. Ocurre muy a menudo que las señales no verbales pueden ser interpretadas de múltiples maneras. Un gesto que para una persona puede ser inofensivo, para otra puede ser percibido como una forma de acoso o agresión, un toque en el brazo o una mirada prolongada pueden tener diferentes significados según el contexto y la percepción individual. Esta ambigüedad puede dificultar la identificación y el manejo adecuado de conductas inapropiadas.

También, puede ocurrir que, en algunos entornos laborales, ciertos códigos, que sean susceptibles de ser interpretados como acoso o violencia, estén normalizados. Así, el uso frecuente de bromas y gestos podría llevar a que estos comportamientos sean aceptados como parte de la cultura organizacional, minimizando la percepción de su gravedad y por lo tanto deben ser observados con detenimiento.

Habría que considerar que, a diferencia de las conversaciones verbales, las cuales pueden ser grabadas o transcritas, el lenguaje no verbal es difícil de documentar. Esto presenta un desafío significativo cuando se trata de hacer cumplir la Ley Karin, ya que la falta de evidencia concreta puede complicar las investigaciones y las acciones correctivas que ciertas conductas conlleven. Además, las víctimas de acoso o violencia pueden sentirse invalidadas si sus experiencias se basan principalmente en interpretaciones no verbales. La falta de un lenguaje claro puede llevar a que sus denuncias sean vistas como menos válidas o serias, reduciendo la eficacia de las medidas de protección y sanción previstas por la ley.

Dados estos escenarios sería recomendable desarrollar algunas estrategias para mitigar los efectos negativos que la comunicación no verbal pudiese tener en esta temática. Las empresas pueden ofrecer formación regular a los colaboradores sobre las normas de conducta y del impacto del lenguaje no verbal. Esta capacitación debe incluir ejemplos de comportamientos aceptables y no aceptables, y educar sobre la importancia de la percepción de los demás.

También, es muy recomendable promover una cultura tendiente a fomentar un ambiente donde el respeto mutuo sea la norma que pueda ayudar a prevenir la normalización de comportamientos inapropiados. La cultura corporativa debe enfatizar la importancia del respeto en todas las formas de comunicación, tanto verbal como no verbal.

Carlos Baquedano Venegas, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 02 de agosto 2024