Maldito mercado | FACEA UDEC

«Si bien es cierto la discusión respecto al uso del mercado en muchas actividades no está zanjada, es importante que cuando lo usemos podamos, de la mejor forma posible, garantizar que éste funcione»

Cuántas veces hemos escuchado en distintas tribunas ¡el mercado no funciona! Como si el mercado fuera el culpable de todos los males del mundo. O por otro lado, algo como ¡El mercado no se toca ni con una hoja de la constitución! Como si regularlo hará que se acabe el mundo.

Lejos de estas posiciones más políticas, que por cierto ambas tienen algo de razón, y ahora que nos acercamos a un nuevo proceso constituyente, es bueno recordar qué debemos hacer como sociedad para sacarle el mejor provecho, esto teniendo en cuenta que lo complejo de su funcionamiento se debe a que sus participantes son humanos con todo lo bueno y lo malo que puede acarrear esto.

Si nuestra sociedad utiliza el mercado para asignar los recursos escasos debemos protegerlo. Por ejemplo, la constitución vigente y la propuesta de los expertos aseguran el derecho de todas las personas a desarrollar una actividad económica. Este llamado derecho a libre empresa es fundamental para que un mercado funcione correctamente, es la libre entrada de nuevas empresas la que sustenta la competencia, busca la mejora en los procesos productivos, y diversifica los bienes y servicios, generando como resultando precios más bajos y mejores productos. No obstante, la sola libre empresa no es suficiente para la protección del mercado. Necesitamos que la competencia suceda. Ya todos conocemos los casos de colusión que han afectado a algunos mercados, incluso a algunos representantes gremiales que se pusieron «colorados de vergüenza». Pero no podemos quedarnos en reacciones emocionales, debemos proteger el mercado teniendo mecanismos que hagan que realmente este tipo de casos no ocurran, o que, si lo hacen, tengan un costo altísimo para los trasgresores.

Para que un mercado funcione bien, el precio debe reflejar los costos y beneficios del bien que se está transando. Para ello requerimos la competencia, pero también información de calidad. La información de calidad nos permite tomar decisiones adecuadas, que se ajusten a nuestros intereses, y que finalmente hagan que valga la pena el dinero gastado.

Cuando no manejamos toda la información del producto podemos equivocarnos, o incluso no comprar ciertos productos por temor a que nos pasen «gato por liebre». Esto no es solo necesario para que las personas no sean engañadas, sino que también para que las empresas con productos novedosos puedan ser reconocidas y competir por un espacio. Un ejemplo notable de problemas de información es el «yogurt barato» que no es yogurt, o los productos «saludables» sin sellos, pero con muchos otros aditivos que los hacen poco saludables. En estos casos es importante que el consumidor pueda distinguir las alternativas que se le presentan, y que la información disponible sea realmente de calidad, porque así las personas pueden premiar la innovación pagando un poco más, y de esta forma incentivar el emprendimiento.

Si bien es cierto la discusión respecto al uso del mercado en muchas actividades no está zanjada, es importante que cuando lo usemos podamos, de la mejor forma posible, garantizar que éste funcione, de lo contrario nos veremos enfrentados a resultados indeseados que muchas veces tiene altos costos sociales, o peor aún terminamos pagando todas las personas de este país.

Dr. Manuel Estay Montecinos, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 21 de abril 2023