Será tarea prioritaria de la próximas autoridades elegidas para gobernar al país seguir en la tarea de disminuir los niveles de pobreza, a través políticas adicionales a lo económico
Con la información contenida en la última encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen), se puede concluir que a pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades de Gobierno en los últimos años, pandemia de por medio, éstos han sido estériles, al menos en parte, para contener los indeseables efectos que vuelven a limitar el objetivo de proyectos, presupuestos, políticas sociales y económicas en el tema de la perenne pobreza existente.
Cuando todo apuntaba a su reducción, dado los relativos éxitos económicos del país, sin embargo la realidad es otra: la pobreza rampante está de vuelta, retornando desde niveles superados por lo menos hace una década y sumando más riesgo para muchas personas de caer en esta indeseable situación.
Por otra parte, ha cambiado la forma de medición de la pobreza. Se ha agregado un conjunto de factores, al margen del ingreso económico de una persona o familia; ahora se mide pobreza de forma multidimensional y ésta incluye, además del ingreso, factores relativos a niveles de educación, vivienda, trabajo y otros factores sociales, de esta manera es un enfoque más amplio a diferencia de la metodología anterior.
Cabe recordar que en hogares unipersonales, la línea de pobreza se identifica con recursos económicos equivalentes a $178.345 y de pobreza extrema con $118.896. Con estas cifras la pobreza en el país alcanzó a 10.8 % y la extrema a un 4.3%, según la última medición realizada.
Desde lo anterior, se puede visualizar lo cercano a esos límites que se encuentra una buena parte de los habitantes del país, si la mitad de los trabajadores tienen una remuneración inferior a $ 420 mil pesos, es decir, una familia en esas condiciones empieza a aparecer en el umbral de la pobreza, situación imposible de ignorar.
Para salir de esta compleja situación, si realmente existe necesidad y voluntad de superarla lo antes posible, las autoridades del país deberán implementar una serie de políticas económicas y sociales, orientándolas claramente en forma focalizada, a atacar este flagelo.
Se ha discutido bastante sobre los factores que aceleran el continuo incremento de la pobreza, como la existencia persistente de falta de oportunidades, o lo relativo a las desigualdades eternas del sistema. También se ha analizado lo suficiente sobre factores presentes y condicionantes en el área laboral y económica respecto del trabajo femenino, como igualmente los diagnósticos sobre la educación y su menguada calidad.
En últimos informes sobre avance de la pobreza, instituciones internacionales presentan este tema y plantean el concepto de pobreza y desigualdad estructural, el cual estaría presente en las diferentes economías, especialmente aquellas en vías de desarrollo, que teniendo esta característica, requieren incrementar significativamente el nivel de programas sociales y recursos, para salir de esta condición.
Será tarea prioritaria de la próximas autoridades elegidas para gobernar al país, seguir en la tarea de disminuir los niveles de pobreza, a través de la puesta en práctica de políticas adicionales a lo económico, asegurando una mayor asistencia social pertinente y focalizada, para no solo disminuir los niveles de pobreza, sino que enfrentar a ésta, «plantándole cara», para lograr objetivos impostergables en esta materia.
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