¿Reformar para recaudar? | FACEA UDEC

«Se ha dicho que se busca financiar el programa de gobierno y sus prestaciones sociales, pero no se han detallado cuáles ni menos su estimación de costos. Sería serio que se informara.»

Incertidumbre e inquietud generan en gran parte de la ciudadanía la nueva reforma tributaria que se ingresará al Congreso Nacional el 30 de junio. Pero también hay quienes exhiben una suerte de íntima satisfacción, porque creen que un alza de impuestos implica «sacar a los ricos para darle a los pobres».

No hay muchos detalles respecto de esta reforma, pero ya se sabe que su tramitación será parcelada (más de un proyecto) y que tiene como ideas centrales el control de la evasión, la eliminación de exenciones, impuesto a los altos patrimonios («súper ricos»), royalty minero e impuestos verdes. Lo otro que se sabe es que pretende incrementar la recaudación fiscal en un 4% del PIB (USD$ 12 mil millones al año).

Sobre esta reforma caben algunas consideraciones: En primer lugar ¿es necesaria una reforma tributaria? Se ha dicho que se busca financiar el programa de gobierno y sus prestaciones sociales, pero no se han detallado cuáles ni menos su estimación de costos. Sería serio que se informara lo que se quiere financiar con la eventual mayor recaudación.

En segundo término, sus autores señalan que esta reforma era necesaria por la brecha existente entre los impuestos que se recaudan en los países de la Ocde y en Chile. Argumento insuficiente, porque siempre habrá alguna comparación posible para justificar nuevos tributos o incrementar los vigentes y porque, además, la brecha debe ser bien estimada. En este caso se comparan «peras con manzanas». En 2019 esta brecha en bruto era de 12,5% del PIB ya que Chile recaudó 20,9% de su PIB y la Ocde, en promedio, 33,4%. Pero existen al menos 2 componentes de la estructura tributaria Ocde-Chile que explican estas diferencias: 1.- la recaudación correspondiente a la Seguridad Social que, en la Ocde con pensiones principalmente de reparto significó recaudar el 8,9% de su PIB, en nuestro país, mayoritariamente de capitalización individual, solo alcanzó el 1,5% del PIB. O sea, la brecha en análisis debe ser reducida en 7,4% lo que la lleva a 5,1% del PIB. 2.- la otra diferencia sería la justicia social (que los ricos paguen más), pero en rigor no es procedente comparar tributación de países con ingresos per cápita demasiado diferentes. De hecho, Libertad y Desarrollo comparó lo que pagaban en impuestos los países europeos cuando su per cápita era como el nuestro. Eso redujo en 2,2% adicional del PIB. En definitiva, la brecha en recaudación de impuestos va quedando en 2,9%.

En tercer lugar, el principio de realidad, digno de ser recordado: en las reformas tributarias de los últimos 35 años nunca se ha conseguido ni la mitad de lo que se aspiraba recaudar. No hay una consideración seria de los efectos económicos de los impuestos.

Cuarto, politización del tema tributario. Así, lo que era regla de oro: «la recaudación fiscal no debe dañar el crecimiento, porque así se recaudará más en el futuro», a partir de la reforma de 2014 se inauguró un nuevo enfoque: «recaudar más (supuestamente), lo antes posible y sin mirar el futuro».

No hay que olvidar que las prestaciones sociales solo pueden financiarse cuando el desarrollo económico lo permite. Desde 2021 han salido de Chile USD$ 79 mil millones muy probablemente buscando protección, por lo que no debe perderse de vista el objetivo de crecimiento e inversión que debería interesar al gobierno, mal que mal «la mejor política social es el crecimiento». ¿Esta reforma es un incentivo para lograrlo?

Sergio Escobar Miranda, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción,-