«La parte última de la responsabilidad es con la conciencia personal. No se debe evadir la rendición de cuentas sea pública o personal sobre la responsabilidad asumida».
Un principio básico es que la responsabilidad no se delega, cada uno asume su responsabilidad sea en gestión, en la vida civil, política y en general en los actos cotidianos. Hay que responder por esa responsabilidad asumida sea por contratos o por actos de la vida diaria. La parte última de la responsabilidad es con la conciencia personal. No se debe evadir la rendición de cuentas sea pública o personal sobre la responsabilidad asumida.
Se ha ido diluyendo la respuesta a la responsabilidad asumida por actos que realizamos. Se pasa silenciosamente al olvido. Esto es muy notorio en asuntos políticos, donde ya nos olvidamos, pasado cierto tiempo, de la responsabilidad de quienes promueven acciones que pueden afectar a la tranquilidad personal y emocional del país. Se debe ejercer control sobre esa responsabilidad.
Veamos algunos ejemplos. Hubo aquí en la zona hubo varios actores que actuaron para que la Ruta de la Madera volviera a ser gestionada por el Estado y se terminara la concesión de los particulares, un grupo inversor de Santiago. Finalmente se consiguió el objetivo de terminar el contrato de concesión pagando una alta suma de dinero a ese grupo de inversionistas y sin que esa ruta haya mostrado alguna mejoría sustancial desde el momento que pasó al Estado. O sea, quien ganó esencialmente con esto fue un grupo económico y no necesariamente la ciudadanía. Los actores que motivaron este cambio no han enjuiciado su actuación del cambio. Siguen allí los accidentes, no se ha mejorado las condiciones de la ruta, bajó la tarifa del peaje, pero de mejorías nada.
Hace ya muchísimos años, un ex parlamentario fue insistente en terminar el voto obligatorio en actos electorales, al final triunfó. Se señaló, con argumentos, que esa medida no era adecuada pues en Chile se había trastocado la cultura de responsabilidad cívica. Aquí expresé razonadamente que era una medida ingenua, carente de realismo, pues no existe una cultura de liberalismo responsable. Pasaron los años y se ha mostrado la debilidad de tal medida. Se ha llegado a extremos como fue la última elección de constituyentes donde el verdadero porcentaje de aprobación de cambio de constitución fue de 40% del electorado total y no 80% de los chilenos como varios transmiten. Así, diversos actos eleccionarios no son más que tamaño de muestras estadísticas y no del universo de la población. Los que asumieron esa responsabilidad hoy mantienen silencio, muchos ya retirados de su actividad política.
Otro acto de responsabilidad política es de quienes promovieron el retiro de fondos de las AFP y cambios en los contratos entre compañías de seguros y privados. Hoy se ve el daño económico que ello implicó. Fue una medida populista y atolondrada debido a no usar una rigurosa metodología económica y legal. Tenía un doble efecto pues el objetivo de fondo era poner fin a las AFP. Hoy, esas personas, muchos ignorantes en economía, mantienen su silencio sin hacer un análisis del daño causado a la estabilidad de la economía y al sistema de seguridad social.
Se podría seguir, pero nos hemos acostumbrado a hacer de la responsabilidad un asunto secundario y esperar que el olvido salve la responsabilidad asumida. Un pueblo que evita la responsabilidad y no controla tiene un futuro institucional difícil.
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Rigoberto Parada Daza, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, viernes 25 de noviembre 2022 |
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