Un balde de litio frío | FACEA UDEC

«Estamos frente a una política nacional para el litio mal concebida, cargada de la ideología y, eventualmente, improvisada, como lo muestran las «aclaraciones» que diferentes autoridades tuvieron que hacer.»

Primer acto, viernes en Enade: en tono cálido el Presidente de la República pidió alimentar las confianzas recíprocas superando mutuas suspicacias que él mismo reconoció tener respecto del empresariado. Llamó a buscar acuerdos para, en trabajo conjunto público-privado, alcanzar el desarrollo. Fue calurosamente aplaudido. Empresarios, además, declararon haber visto la luz al final del túnel y del nuevo tiempo que avizoraban para nuestro país.

Segundo acto, mismo viernes en cadena nacional: en tono enérgico el Presidente anunció la Política Nacional para el litio. Fue recibida con sorpresa y hasta estupefacción por los mismos empresarios que apenas horas antes le habían aplaudido sin reservas. En muy apretado resumen se anunció la creación de la Empresa Nacional del Litio con participación mayoritaria del Estado para la explotación de este recurso minero y a la que los privados aportarían capitales y tecnología.

Un verdadero balde de agua (o litio) fría a la calidez de la mañana del mismo día. Así lo entendió también The Economist, revista inglesa que calificó el anuncio presidencial como la «nacionalización» del litio. Por su parte, los empresarios locales hablaron de evidente desconfianza en ellos, en particular en la actividad minera en donde existe historia de participación privada.

Cabe recordar que el litio, conforme a la Constitución vigente, es un recurso no concesible. Es del Estado, siendo posible solo el arrendamiento de los salares donde se encuentra, tal como opera hoy tanto SQM como Albemarle, que producen litio 100 % refinado, producto final para la industria de baterías. Otro dato es que, en esta industria (baterías) el litio representa del orden del 5% del valor de las baterías, por lo que no resulta sencillo agregarle valor como aspira, al menos en sus declaraciones, la propuesta gubernamental.

El año pasado, en que el precio del litio fue excepcionalmente elevado, el aporte de los privados al Fisco superó los cinco mil millones de dólares siendo prácticamente el doble de lo aportado por Codelco. Las arcas fiscales reciben el 60% de las ventas de litio (ojo: no de las utilidades de su explotación) lo que resulta ser un buen negocio para el Estado. El 40% restante de las ventas financia la explotación, operación, ventas y margen de utilidad de los arrendadores. Negocio redondo.

Es verdad que los requerimientos de litio en el corto plazo son inmensos, pero también es verdad que las reservas disponibles, no solo en Chile, también lo son. No hay que perder oportunidades. Recordar que hasta el 2016, Chile lideró la producción mundial de litio. Pero fue entonces cuando fuimos superados por Australia pasando a ocupar el 2do lugar. También es verdad que el Programa de Gobierno del Presidente incluía la creación de una empresa nacional de litio.

Acto final: estamos frente a una política nacional para el litio mal concebida, cargada de la ideología y, eventualmente, improvisada, como lo muestran las «aclaraciones» que diferentes autoridades tuvieron que hacer. Como la del ministro Marcel, que ha dicho que vía pactos de accionistas es posible que los privados puedan liderar los nuevos proyectos de explotación de litio, a pesar de sólo poseer el 49% de la propiedad de la empresa. Curioso.

Tal como están las cosas no es aventurado suponer que se está muy cerca de perder una descomunal oportunidad para Chile.

.

Sergio Escobar Miranda, Facultad Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad de Concepción.

Columna opinión de El Sur, Viernes 28 de abril 2023