«Durante este año, la tasa de desempleo para el país ha estado casi un punto porcentual por sobre el promedio previo a la pandemia, mientras que para la región del Biobío ese número ha estado casi un punto por debajo de la situación habitual.»
La economía suele utilizar los promedios para analizar los fenómenos que observa. Cuando se trata de la riqueza de una nación, por ejemplo, utilizamos el producto per cápita, cuando se trata de precios, tomamos el valor de una canasta de bienes y hacemos un promedio ponderado de los bienes observados. De la misma manera, cuando observamos el mercado laboral, echamos mano de la medida más sencilla que tenemos disponible: la tasa de desempleo.
Esta tasa mide, en promedio, cuántas personas se encuentran desempleadas respecto del total de personas que pertenecen a la fuerza laboral. Y es este último detalle el que se nos suele escapar: cuando consideramos un promedio, la base de comparación podría cambiar. Esto no pasa con el producto per cápita o la inflación, cuyas bases son relativamente estables, sin embargo, la fuerza laboral cambia constantemente. Entonces, la tasa de desempleo, aunque simple, suele ocultar parte de la historia y las cifras recientes así lo demuestran.
Durante este año, la tasa de desempleo para el país ha estado casi un punto porcentual por sobre el promedio previo a la pandemia, mientras que para la región del Biobío ese número ha estado casi un punto por debajo de la situación habitual. Parece un dato prometedor, pero la verdad es que la cantidad de gente ocupada todavía no alcanza el nivel al que llegó en 2019 y la región es de las más alejadas de ese hito en el país. Esta lenta recuperación no es sorpresa ya que la región del Biobío funciona principalmente en torno a la industria manufacturera que se mueve a un ritmo bastante más pausado que la construcción, la agricultura, los servicios o el comercio, que son más relevantes a nivel nacional. Sabemos esto, gracias a los datos de rotación del empleo.
También observamos un cambio en la fuerza de trabajo. Mientras que en Chile hay un 1% más de gente disponible para trabajar, en la región hay un 3% menos. Entonces, la menor tasa de desempleo no significa que la región esté realmente pujando más fuerte que el resto del país sino todo lo contrario: tenemos más gente desalentada. Esto tampoco es sorpresa si consideramos la calidad de los trabajos que generamos: el trabajo por cuenta propia ha sido una de las categorías laborales que más ha crecido en la región, al igual que la tasa de informalidad, cuestión mucho más estable a nivel nacional.
Lo que sí sorprende es que la actividad se ha venido recuperando de la mano de los sectores construcción y minería. Sí, minería, cuyo nivel de ocupación ha subido casi en un 50% comparado con 2019 y aporta casi un 1% de los nuevos empleos generados en los últimos tres años y casi compensa la pérdida de empleos en el sector manufacturero o de transportes que siguen sin recuperarse.
Ir un poco más allá de la cifra del desempleo nos permite observar un panorama mucho más rico y complejo. Sabíamos, incluso antes de la pandemia, que nuestra región era distinta del resto del país, sin embargo, hemos descubierto que el camino y las oportunidades de recuperación también son distintas para nosotros. El desafío es utilizar de la mejor manera posible las fuentes de información disponibles (principalmente generadas por el INE) para profundizar en la lectura y proyectar cómo contribuye cada uno de nosotros al futuro de la región.
Dr. Claudio Parés Bengoechea, Facultad Ciencias Económicas y, Administrativas, Universidad de Concepción. Columna opinión de El Sur, viernes 2 de junio 2023 |
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